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martes, 29 de noviembre de 2016

LA BELLEZA VERDADERA

Platón plasmó en sus obras toda su mentalidad y principios filosóficos. A pesar de que en clase leímos sólo un pequeño fragmento de 'El Banquete' y no es posible apreciarlo, esta obra se trata de un diálogo en el que intervienen distintos filósofos mostrando su punto de vista según su pensamiento filosófico, argumentándolo y contradiciéndose unos a otros.

En esta obra que comentamos en clase, el tema principal es la belleza, aunque habla, a mi parecer, sobre la ''belleza verdadera''.  Aquella belleza que no se percibe por los sentidos, sobretodo por el de la vista, sino que se percibe a un nivel intelectual y hasta a un nivel espiritual.

Cuando hablamos de belleza, normalmente las primeras imágenes que acuden a nuestra mente son las de un rostro que nos atrae, que no es lo mismo que atractivo pues la belleza física es subjetiva, o un cuerpo, a nuestro parecer, físicamente perfecto. Desgraciadamente, desde los comienzos de la humanidad, los humanos hemos estado regidos por cánones, ya sean cuerpos más delgados, esbeltos o anchos; cabelleras más rubias, rojas, largas o cortas; rostros más pálidos, morenos, simétricos o con pequeñas imperfecciones.

¿Es extraño entonces que estemos sumidos inconscientemente en estos cánones y no sólo condicionemos el resto de nuestra vida poniéndole el anillo a un rostro y no una personalidad, sino que nos quizás nos perdamos cientos de personas increíbles, pudiendo estar entre ellas el verdadero amor de nuestra vida, y lo perdamos sin darnos cuenta por nuestros prejuicios físicos?

Si miramos las diferencias entre físico exterior e interior podremos apreciar varias: la más importante es que para ver la belleza exterior no hace falta más que el sentido de la vista o un sentido desarrollado del tacto, mientras que para la belleza interior necesitamos saber escuchar, cierto nivel de comprensión verbal y gestual y, sobretodo, una opinión propia sobre qué estamos captando.

Platón defiende que Todo ya estaba en nuestro interior y lo vamos descubriendo con el paso del tiempo, incluida la capacidad para ver la belleza de las almas. Yo, personalmente, no estoy de acuerdo.  

Si bien hay gente que desde muy joven descubre una atracción única por la mente o personalidad, también existe gente que muere habiéndose limitado a conocer el amor físico, gente que vivió vidas vacías. Pero no hablemos de los dos extremos, hablemos de qué es exactamente esta belleza interior.

Todos, en mayor o menor medida, gozamos de una personalidad. La magia de la personalidad reside sobretodo en que cada uno tenemos una distinta, algunos coincidimos en algunos aspectos pero nunca enteramente en todo y en que, dependiendo de la personalidad de la otra persona, la nuestra le puede resultar pertinente o maravillosa; ya sabéis eso que dicen de que siempre hay un roto para un descosido.  

Pero la belleza interior no es sólo la personalidad; es ésta unida a los actos y al intelecto, aunque viene a ser todo lo mismo: por nuestro intelecto tenemos una personalidad que nos hace comportarnos de una manera concreta y por nuestros actos hemos vivido unas experiencias que nos han aportado una enseñanza que adecuamos a nuestra personalidad.

Esta belleza que nos hace realmente ser nosotros mismos es innata, aunque la vamos desarrollando con el tiempo y, como ya he dicho, las experiencias. Pero su mayor ventaja es que, aunque lleva mucho más tiempo analizarla, a diferencia de la física, es una belleza que no puede ocultarse o maquillarse, nunca mejor dicho. Y, sobretodo, no es una belleza efímera o finita, sino que perdura hasta el día en que morimos.

Para acabar, me gustaría pediros que por favor reflexionaseis sobre una cosa: si absolutamente todas las personas, sin ningún tipo de distinción, fuésemos iguales por fuera, ¿de qué tipo de personalidad te enamorarías? 

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