Platón plasmó en sus obras toda su mentalidad y principios
filosóficos. A pesar de que en clase leímos sólo un pequeño fragmento de 'El
Banquete' y no es posible apreciarlo, esta obra se trata de un diálogo en el
que intervienen distintos filósofos mostrando su punto de vista según su
pensamiento filosófico, argumentándolo y contradiciéndose unos a otros.
En esta obra que comentamos en clase, el tema principal es la
belleza, aunque habla, a mi parecer, sobre la ''belleza verdadera''. Aquella belleza que no se percibe por los
sentidos, sobretodo por el de la vista, sino que se percibe a un nivel
intelectual y hasta a un nivel espiritual.
Cuando hablamos de belleza, normalmente las primeras imágenes
que acuden a nuestra mente son las de un rostro que nos atrae, que no es lo
mismo que atractivo pues la belleza física es subjetiva, o un cuerpo, a nuestro
parecer, físicamente perfecto. Desgraciadamente, desde los comienzos de la
humanidad, los humanos hemos estado regidos por cánones, ya sean cuerpos más
delgados, esbeltos o anchos; cabelleras más rubias, rojas, largas o cortas;
rostros más pálidos, morenos, simétricos o con pequeñas imperfecciones.
¿Es extraño entonces que estemos sumidos inconscientemente en
estos cánones y no sólo condicionemos el resto de nuestra vida poniéndole el
anillo a un rostro y no una personalidad, sino que nos quizás nos perdamos
cientos de personas increíbles, pudiendo estar entre ellas el verdadero amor de
nuestra vida, y lo perdamos sin darnos cuenta por nuestros prejuicios físicos?
Si miramos las diferencias entre físico exterior e interior
podremos apreciar varias: la más importante es que para ver la belleza exterior
no hace falta más que el sentido de la vista o un sentido desarrollado del
tacto, mientras que para la belleza interior necesitamos saber escuchar, cierto
nivel de comprensión verbal y gestual y, sobretodo, una opinión propia sobre
qué estamos captando.
Platón defiende que Todo ya estaba en nuestro interior y lo
vamos descubriendo con el paso del tiempo, incluida la capacidad para ver la
belleza de las almas. Yo, personalmente, no estoy de acuerdo.
Si bien hay gente que desde muy joven descubre una atracción única
por la mente o personalidad, también existe gente que muere habiéndose limitado
a conocer el amor físico, gente que vivió vidas vacías. Pero no hablemos de los
dos extremos, hablemos de qué es exactamente esta belleza interior.
Todos, en mayor o menor medida, gozamos de una personalidad.
La magia de la personalidad reside sobretodo en que cada uno tenemos una
distinta, algunos coincidimos en algunos aspectos pero nunca enteramente en
todo y en que, dependiendo de la personalidad de la otra persona, la nuestra le
puede resultar pertinente o maravillosa; ya sabéis eso que dicen de que siempre
hay un roto para un descosido.
Pero la belleza interior no es sólo la personalidad; es ésta
unida a los actos y al intelecto, aunque viene a ser todo lo mismo: por nuestro
intelecto tenemos una personalidad que nos hace comportarnos de una manera concreta
y por nuestros actos hemos vivido unas experiencias que nos han aportado una
enseñanza que adecuamos a nuestra personalidad.
Esta belleza que nos hace realmente ser nosotros mismos es
innata, aunque la vamos desarrollando con el tiempo y, como ya he dicho, las
experiencias. Pero su mayor ventaja es que, aunque lleva mucho más tiempo
analizarla, a diferencia de la física, es una belleza que no puede ocultarse o
maquillarse, nunca mejor dicho. Y, sobretodo, no es una belleza efímera o
finita, sino que perdura hasta el día en que morimos.
Para acabar, me gustaría pediros que por favor reflexionaseis
sobre una cosa: si absolutamente todas las personas, sin ningún tipo de
distinción, fuésemos iguales por fuera, ¿de qué tipo de personalidad te
enamorarías?
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