(ENTRADA PERSONAL)
Antes de nada, me gustaría presentarme por pura cortesía, pues ya sabéis todos quién soy. Soy Akenatón, faraón de la XVIII dinastía de Egipto. A pesar de ser similar a Dios no soy Él, y digo Dios y no dioses porque no podéis creer esas falacias que se predican sobre el politeísmo. El único Dios que existe es Atón, aquel que nos da la vida, el Sol.
Antes de nada, me gustaría presentarme por pura cortesía, pues ya sabéis todos quién soy. Soy Akenatón, faraón de la XVIII dinastía de Egipto. A pesar de ser similar a Dios no soy Él, y digo Dios y no dioses porque no podéis creer esas falacias que se predican sobre el politeísmo. El único Dios que existe es Atón, aquel que nos da la vida, el Sol.
Tanto creo yo en esto que manifiesto que hasta he cambiado mi
nombre de Amenhotep, culto al dios Amón, por Akenatón, culto al verdadero Dios.
Y no soy el único que cree en ello, mi esposa Nefertiti, una mujer físicamente
increíble y con unas dotes para gobernar nunca vistas, me apoya en esta
creencia.
Para que podáis comprender mejor esta adoración he escrito un
poema titulado 'Himno al Sol' en escritura jeroglífica en el que me dirijo
directamente a nuestro Dios. En él alabo los días, cuando sale, brilla y nos
llena de vida y lloro las noches con un tono triste.
Los dos nos sentimos dolidos por las revueltas que ha habido en nuestro imperio por la destrucción de los falsos templos pues lo
único que deseábamos, como emperadores que fuimos, era llevar a nuestro pueblo
por el camino de la verdadera fe y es que, ¿acaso no es cierto que es el Sol
aquel que nos proporciona la vida y nos permite mantenerla? ¿No es eso a lo que
llamamos Dios?
Entiendo las quejas del clero y del sumo sacerdote, ya que
les estamos arrebatando el poder ilógico que tenían pero nunca me habría
esperado esto de mi pueblo. Sólo me queda expresar mi dolor porque hagáis
desaparecer, obras, bustos y estatuas mías y de mi mujer tras 17 años de
reinado y dedicación absoluta a mi Imperio.
Estatuilla de mi próspero matrimonio. |